5 de abril de 2017

ZONA AZUL

Confieso que soy defensora acérrima de lo que mi hijo, arquitecto, llama urbanismo y ciudades sostenibles, entendiéndolo como algo que no vaya a estropear el eco-sistema en el que nuestras vidas están ubicadas.
Desde ese punto de vista, lo ideal sería que los ciudadanos de hoy nos mentalizáramos en lo provechoso que resulta el movimiento de piernas y pies para movernos de un sitio a otro, como también el uso sustitutivo del automóvil por la sencilla bicicleta, más deportiva, más ligera, y especialmente, menos contaminante.
Ocurrirá en un día no lejano que España se moverá mayoritariamente a golpe de pedaleo constante, y llegaremos a emular a Holanda y Dinamarca, líderes del asunto. Pero mientras eso acaba por triunfar - zoquetes, como a veces somos en toda innovación- las distancias debemos cubrirlas con el coche, y eso parece que siguen pensando los vendedores de los mismos, a tenor de la ingente publicidad que introducen una y otra vez en  televisión y demás medios.       
Ocurre que el vehículo cerrado necesita en un momento dado que se le aparque para realizar gestiones, trabajos diversos, compras, etc…y aquí encontramos el motivo de este pequeño artículo de hoy. Aparcamientos. El eterno problema del conductor. ¿Dónde aparco que no me cueste un riñón? Hace uno o dos años nos ofrecieron la solución, o eso decían.  Zona Azul. Pintadas en el suelo y movilidad del aparcante. Nos parecía lógico, a unos más que a otros, pero solución al fin.

Y hete aquí que con la experiencia llega el tío Paco con sus rebajas. Me explico. Usted pone el coche en un aparcamiento donde funciona la zona azul. Se acerca al parquímetro o monolito para pagar. Se detiene y trata de pensar cuanto tiempo va a tardar en la gestión que le ocupa. Imposible adivinarlo si se dirige, por ejemplo a un centro de la Administración. Allí tienen un cálculo del tiempo distinto y personal. Coloca en el parquímetro lo más de acuerdo con su imaginación. Dos euros, a lo más tres: no voy a tardar tanto…pero tarda un cuarto de hora más, y corre como alma que lleva el diablo hacia su coche. Papel en su parabrisas. Regalo de la zona azul. Multa de 50 euros. Si la paga, antes de no sé cuando, 25. Eso sí, primero deberá ir al Banco o entidad que ellos disponen. Luego a otro a pagarla, siempre en las horas fijadas, ni antes ni después, con cola normalmente. Y con suerte, la gestión que a lo  mejor era intrascendente, se transforma en una semana de idas y venidas, además del robo a su bolsillo.
Extralimitación de funciones. Eficacia exagerada. Robo descarado de la empresa que lleva el asunto este de la zona azul. Una cosa es dejar el coche allí todo el día o toda la mañana y otra el celo de los guardas en  espiar al vehículo pasados los primeros dos minutos de tardanza.  
Eso no es servicio al ciudadano, eso es tomarnos el pelo y recaudar a nuestra costa mientras el Ayuntamiento no licita zonas libres para aparcar aunque sean fuera del centro, sin necesidad del rótulo azul y de la excesiva rapidez del guarda de turno.
Una ciudad que se precie debe contar con suficiente espacio para que los residentes y turistas puedan aparcar sin que les esquilmen, y den mala fama a dicha ciudad.  Los aparcamientos privados poseen unas tarifas de  infarto, y mientras sigan así seguirán como están algunos, vacíos a todas horas.
Imagino que nuestra ciudad habrá hecho un estudio, no solo recaudatorio y de marketing, sino también, de los requisitos que necesita para ser considerada como de primer orden en el Turismo nacional e internacional.  Uno de ellos se relaciona con el aparcamiento.
Y si les parece mejor, pues miren, hagan una campaña mayoritaria, extensiva e impactante a favor de la bicicleta, de sus beneficios, de su carácter ecológico, lo saludable y todo lo que se les ocurra. Empezando por colocar los carriles bici que hacen falta.
Todos nos sentiríamos agradecidos.

                                                                                               

                                                                                              
Ana María Mata
(Historiadora y Novelista)

2 comentarios:

David Álvarez dijo...

La verdad es que siendo una defensora de la bicicleta, me ha sorprendido la crítica a la zona azul. Querida Ana, la única forma de llegar a ese escenario futuro nuestro de usar más la bici (o cualquier otro modo de transporte público que le haga la competencia al coche) es penalizar el uso, y eso se consigue por ejemplo con el aparcamiento. Yo soy defensor de la zona azul, porque resulta una medida desmotivadora (un poco) del uso del coche para todo... fíjate, justo ese estar encima de que se pase el ticket es la forma en la que, si has tenido mala suerte y te has pasado y te han puesto la multa, la próxima vez te pienses de nuevo si ir en coche... a lo mejor te consigue disuadir y optas por el bus... o por la bici...

Como te digo, zona azul sí, como vía para des estimular y disuadir el uso masivo del coche. Y más cuando hablamos de Marbella, que tiene un brutal problema de uso del ccoche y del aparcamiento... en fin, espero que veas con mejores ojos la zona azul, es una buena forma de penalizar al coche... la gente por sí sola no se pasará a la bici...

Bicicleta dijo...

Creo que son mas los que hablan y promocionan el uso de la bicicleta, que los que la usamos realmente a diario y felices de hacerlo.